Perdiendo el miedo a escribir

No he escrito en estos días por una única razón: miedo, el miedo a dejar de ser políticamente correcta. 
El miedo paraliza y yo, una cobarde confesa, he pensado que no debía escribir de lo que realmente me apetecía, ¡cómo si fuese más importante lo que los demás pudiesen pensar que lo que yo necesitaba contar!. 

Llevo unas semanas algo ofuscada con lo que sucede a nuestro alrededor, yo creía que con la edad me haría más pasota e individualista pero siento que justo me pasa lo contrario, que el tiempo me obliga a combatir lo que me parece injusto; ya lo dije hace un par de meses hay que participar del cambio y yo me niego a pensar que la resignación sea la solución.


Photo by Alexa Mazzarello on Unsplash


Casi un año y medio después, el momento sigue siendo ahora aunque sólo oigamos de refilón que el barco de Proactiva Open Arms ha sido retenido y algunos de los voluntarios encargados de salvar vidas en el Mediterráneo tratados como si fuesen miembros de un grupo criminal, como si el flujo de personas que se juegan la vida mientras huyen dejándolo todo atrás de repelente se hubiese cortado, como si no hubiésemos acostumbrados a los unos gaseados y a los otros muertos en bombardeos. ¿En qué momento nos hemos insensibilizado hacia la tragedia? ¿Por qué seguimos mirando hacia otro lado? ¿Necesitamos abrir telediarios y estar en las portadas para al menos hacer como que nos importa?



Me he cansado de los políticos, y me da lo mismo el color y las siglas. 
No es verdad que nos merezcamos los políticos que tenemos aunque hayan sido nuestros votos los que los hayan puesto ahí. 
Me ruboriza el video de los tarros de crema que se cayeron de forma accidental en un bolso pero me enfada mucho más todas las mentiras en torno a un master del que está claro nunca debió obtener título alguno. Me ofende porque estoy segura que no necesitaba esa linea de más en su curriculum para no tener que preocuparse nunca de saber lo que significa la palabra desempleo, tenía la vida resuelta pero la avaricia rompió el saco. Me vuelvo verde al pensar que han sido dos hidratantes y no el abuso del sistema para su propio beneficio lo que la han hecho dimitir.
Me escandaliza que un señor de esos que han hecho de la política su profesión, haya tenido durante un tiempo en su curriculum público una licenciatura de Matemáticas que supuestamente le sirvió para ejercer como profesor de dicha materia. Ahora parece ser que se trato de un lamentable error porque tiene una licenciatura en derecho y no se que más estudios de postgrado, realizados todos ellos mientras ha tenido un cargo publico, qué suerte contar con una buena nómina que le haya dado la tranquilidad para finalizar estos estudios, qué lastima que no consiguiese hacer lo mismo con los anteriores cuando no tenían unos ingresos que provenían de los contribuyentes.
Me debato entre la risa y el llanto cuando un señor se define como pedagogo por haber dado clases de teatro, porque podría haber dicho profesor de teatro y punto, pero se autodefinió o dice que lo hicieron sin que durante años él lo corrigiese. Está claro que los políticos como los gatos tienen siete vidas, lo mismo que aquel actor de la serie homónima al que alguna colleja más no le habría venido mal.
Los hay que dimitieron y por tanto al menos se responsabilizaron del error, porque no es lo mismo matricularte y aprobar uno e incluso dos o tres cursos que terminar los estudios de ingeniería, pero en una época en la que todo el mundo al menos una vez en la vida ha buscado su nombre en internet, justamente él no lo hizo y no pudo remediar antes el error, eso sí, cuando salta el escándalo y empiezan a mirarse con lupa los títulos de nuestros políticos, rápidamente logra darse cuenta y dimite. Tiremos de refranero español, más vale tarde que nunca, y con lo que cuesta en España renunciar, igual hasta deberíamos homenajearlo.
Me encantan esas jóvenes figuras emergentes con extensos CVs que incluyen formación en centros de prestigio estadounidense a los que se puede llegar en metro sin necesidad de pasar por la T4 de Barajas. Lo de la extensa formación mayoritariamente becada por el organismo publico para el que trabajaba realizada mientras se ostentan varios cargos de responsabilidad (diputado, presidente de comisiones, etc.) si eso, ya lo comentamos otro día.
Es increíble que tengamos que oír que la educación es el futuro, al mismo tiempo que un par de alcaldesas, del norte y del sur, para que luego digan no hay diferencias geográficas ni de partidos, se presentan a si mismas en posesión de un titulo de Magisterio que nunca consiguieron, y allí siguen las dos, ejerciendo de primeras ciudadanas de sus respectivas ciudades sin consecuencia alguna.
Ojalá solo estuviese cansada de nuestros políticos porque nos mienten, ojalá sólo fuese eso.



Luego llegó una sentencia que esperábamos desde hace meses y nos sentimos como si alguien nos hubiese clavado un cuchillo por la espalda y nos vemos obligadas a salir de nuevo a la calle porque no es abuso es agresión.
La sentencia es vergonzosa y aun días después sigo sin tener una palabra con la que definir el voto particular. 
La sentencia se acata pero a mi que nadie me pida respeto, porque ese es el que se le debió dar en primer lugar a la víctima, por suerte esta sentencia se recurrirá y ajustándose a derecho esperemos que la instancia superior sea capaz de apreciar lo que tres magistrados no hicieron, de su interpretación de la ley podemos dudar pero de su capacidad de descripción... ¡Vergüenza!
Y luego a todos los que se empeñaron en repetir que no conocemos el contenido de cada uno de esos más de 300 folios ni teníamos los mínimos conocimientos jurídicos, me gustaría decirles que me niego a que sólo los expertos puedan opinar, que a veces como dice David Trueba en su último articulo en El País "las instituciones y los individuos no siempre evolucionan a la misma velocidad que la sociedad". 
A todos esos que no entendíamos porque volvíamos a salir a la calle, que nos exigían conocimientos jurídicos y un respeto sin fisuras, les diría: el día que hayamos perdido nuestro sentido crítico, que apaguen las luces y explote el mundo.
Confío ahora en el presente en los padres que educan en la igualdad para confiar en el futuro.


No me he ido lejos durante el puente, pero he disfrutado de un desayuno con diamantes, ha hecho un tiempo un poco de mierda que me ha regalado muchos momentos en el sofá disfrutando de las últimas lecturas de abril, pero también he tenido tiempo de pasear por asfalto y caminos de tierra y acercarme a sentir el mar, he afianzado mi relación con Netflix y he ido al cine, y a veces he sentido miedo de ver como a veces la realidad supera a la ficción. 

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