Atrás quedaron los 28 días de febrero, digamos que lo alargo hasta que termino el último libro que empiezo antes de que acabe el mes y encuentro tiempo de sentarme a compartir lecturas.
Febrero son seis libros iniciados, cinco maravillosos finalizados. Este sería el mejor resumen, pero soy más de extenderme y aprovechar la ocasión para hacer una breve introducción sobre algo que también tiene que ver con libros.
Estos últimos meses se han sucedido lamentablemente el cierre de librerías, noticias que han pasado casi inadvertidas.
Yo no lo entiendo, es verdad que soy de letras, pero a mí las números no me cuadran. ¿Cómo puede ser que muchas librerías estén abocadas al cierre cuando yo tengo la sensación de que la gente no hace otra cosa que leer?
No es una pregunta al aire, no te vayas a creer, en realidad creo conocer parte de la respuesta: me creo que todo el mundo lee porque intento rodearme de gente que lo hace, pero hay vida más allá. Hay mucha gente que dice leer pero practica más la fotografía de portada, hay mucha otra que realmente lo hace pero sigue sin entender que en el precio del libro se incluye además de la imaginación del autor, la imprenta, la distribución y si me apuras el alquiler del local de la librería, por eso le parece caro el precio de los libros y se los decarga de forma ilegal, podría ir a la biblioteca pero seguro que también tiene una buena razón para no hacerlo, y lo peor es que seguro que luego se lamentará cuando vuelva a leer sobre el cierre de otra librería.