Ya comenté que estaba empezando a sentir que me hacia mayor, bueno pues tengo que decirte que creo que la cosa va a peor porque por momentos me estoy volviendo nostálgica de aquellos tiempos pasados en los que no contábamos con tanta nueva tecnología.
Lo pienso y repienso y me digo a mi misma que en ocasiones en lugar de ayudarme, me complican la existencia. Me pasa con el móvil y las fotos, con el ordenador y los mails... ¿Seré yo la única a la que de vez en cuando le entran ataques de nostalgia?
Un ejemplo: las fotos. El problema - porque es un problema reconozcámoslo - no ha hecho más que agravarse con el paso del tiempo. En mi caso, guardo cientos de fotos sin ton ni son, a lo loco. ¿Por qué lo hago? Porque con los móviles, las tarjetas de memoria... la cosa se me va de las manos!!
Tampoco hace tantos años (bueno, igual hace unos 15 años) ibas tan contento a buscar "el sobre de las sorpresas" (denominación made by iverina); tú habías comprado un carrete de 24 o 36 y cuando abrías aquel sobre con el revelado... Sorpresa!! Con suerte la mitad valían la pena.
Con la llegada de las cámaras digitales empezamos a tirar la casa por la ventana, ¿qué necesidad de volver con 12 o 18 fotos salvables si podíamos volver con 200? Aunque el número de salvables siguiese sin aumentar exponencialmente, ya haríamos limpieza tranquilamente en casa... Porque todo el mundo llega a casa y se pone a descartar fotos... ¿A que sí?
Y como éramos pocos, entonces llegaron los smartphones, esos teléfonos con cámaras que hicieron que la bola siguiese creciendo y creciendo. ¿Soy la única que tiene varias fotos casi idénticas y que no se atreve a pulsar el botón de eliminar y quedarse con una sola? Si es que además se cumple eso que dicen, la buena siempre es la primera;)
Y cuando ya estás dentro de esta rueda, ya ninguna capacidad de memoria es suficiente porque ahora necesitamos fotografíarlo todo: el café que has descubierto en una cuenta IG muy Pinterest, la combinación de colores ideal del salón que encuentras en la revista de la sala de espera del médico, el anuncio que cuelga en el tablón de anuncios de la comunidad, el itinerario que debes hacer al bajarte del tren por si fueses a quedarte sin datos… y así hasta completar una larga lista.
Autor: Igor Stevanovic |
Y como éramos pocos, entonces llegaron los smartphones, esos teléfonos con cámaras que hicieron que la bola siguiese creciendo y creciendo. ¿Soy la única que tiene varias fotos casi idénticas y que no se atreve a pulsar el botón de eliminar y quedarse con una sola? Si es que además se cumple eso que dicen, la buena siempre es la primera;)
Y cuando ya estás dentro de esta rueda, ya ninguna capacidad de memoria es suficiente porque ahora necesitamos fotografíarlo todo: el café que has descubierto en una cuenta IG muy Pinterest, la combinación de colores ideal del salón que encuentras en la revista de la sala de espera del médico, el anuncio que cuelga en el tablón de anuncios de la comunidad, el itinerario que debes hacer al bajarte del tren por si fueses a quedarte sin datos… y así hasta completar una larga lista.
Autor: Karolina Grabowsk |
Y no solo eso, es que además con los nuevos móviles, el problema de espacio en la memoria no sólo es culpa de las fotos, porque también necesitamos un numero ingente de aplicaciones... ¿qué te voy a contar? Queremos llevar media vida allí guardada, ya nadie memoriza el numero de nadie, no recordamos el ultimo abono de transporte que compramos en formato papel, nos evitamos el momento mostrador en el aeropuerto (esto siempre que hayas sido capaz de meterlo todo en una maleta de mano) siempre que llevemos el check in preparado... Personalmente me di cuenta que esto se me iba de las manos con la app que es un nivelador para colgar cuadros (ríete todo lo que quieras, pero lo había eliminado cuando tuve que volver a reinstalarlo).
Con esa cantidad de información comprimida en un teléfono, no es de extrañar que los 3 minutos que podemos pasar buscándolo dentro del bolso, puedan dejarnos a las puertas de la unidad coronaria del hospital más cercano.
Viendo el contenido de mi bolso un día cualquiera, al final al que acabaré visitando será al traumatólogo;) |
Y luego está el hecho de que no siempre hemos tenido la facilidad de comunicarnos de forma rápida sin importarnos la distancia; hubo una vez que tenías que sentarte a escribir (inciso:recuerdo unos conjuntos de sobres y papel que me encantaba comprar) y comprar sellos y acercarte al buzón, pero con la llegada de los primeros mails casi simultáneamente se produjo la progresiva despedida de las cartas escritas a mano. Yo recuerdo perfectamente aquellas que intercambiaba durante el curso con los amigos del campamento, mientras esperábamos a encontrarnos de nuevo en la Mata de Curueño... (-suspiro mientras se cuela en mi cabeza la sintonía de "Aquellos maravillosos años", que sí que me hago mayor-).
Aún con todo, tú y yo sabemos que los mails podrán ser más rápidos pero al final se van quedando guardados en alguna carpeta del correo electrónico hasta el día que toca hacer limpieza porque está saturado, y entonces, para hacer hueco a los nuevos, aquellos que habías ido guardando se van directamente a la papelera.
Aún con todo, tú y yo sabemos que los mails podrán ser más rápidos pero al final se van quedando guardados en alguna carpeta del correo electrónico hasta el día que toca hacer limpieza porque está saturado, y entonces, para hacer hueco a los nuevos, aquellos que habías ido guardando se van directamente a la papelera.
Por fortuna, cuando me fui de casa recuperé la tradición de enviar postales navideñas. Lo empece haciendo porque me gustaba ver mi christmas junto al árbol cuando llegaba a casa, porque me apetecía decirles a algunos amigos que los echaba de menos y tenía ganas de que nos volviésemos a ver (soy así, muy sensiblera, muy de llorar a mares con el anuncio de la lotería, del turrón y de los supermercados gallegos de los que no recuerdo el nombre).
La vuelta al papel, a escribir de mi puño y letra aunque sólo fueran unas lineas, llegó ¿quien me lo iba a decir? de la mano de las nuevas tecnologías, vía Instagram (nota mental que dejo escrita: añadir esta, a mi lista de porque es mi red social favorita). Me empezó a apetecer enviar un trozo de papel, algo tangible, a algunas de aquellas personas con las que compartes tu día a día a través de la fría pantalla del móvil porque te acompañan de lunes a domingo, te sacan una sonrisa, te recomiendan un libro, te invitan a un cafe, te preparan una deliciosa tarta o te regalan un billete con destino a sus vacaciones.
Al final, ¿sabes qué? Que los ordenadores, tabletas y teléfonos de última generación nos harán la vida más fácil en muchos aspectos pero las sensaciones de abrir el buzón y no encontrar solo cartas con franqueos pagados o de ir pasando las fotos de mano en mano o juntos las hojas del álbum de las últimas vacaciones... esas sensaciones son muy difíciles de igualar.
Foto de mi sister, @paulaytu |