¿Y si necesitaremos protegernos de nosotros mismos?

Presiento que la semana se hará larga hasta que llegué el viernes.
¿Qué pasará si no me pongo al día con todos los emails que se han ido acumulando las últimas semanas como consecuencia de la entrada en vigor de la nueva normativa de protección de datos?
¿Soy la única persona que se arrepiente de darse de alta en más newsletters de las que es capaz de abrir y leer diariamente? Bueno qué digo diariamente, incluso, semanalmente. Sólo consigo ponerme al día cuando los fines de semana vienen grises.

Photo by rawpixel on Unsplash
Voy a intentar verlo como una oportunidad para hacer limpieza y dejar de recibir noticias que ya no me interesan.
Con esta sobredosis de información libremente aceptada, he estado dándole vueltas al tema del contenido que compartimos en redes sociales, y me he dado cuenta que voluntaria e involuntariamente estamos un poco más desprotegidos de lo que pensa y que quizás necesitaríamos alguna medida de autoprotección.

Hace un par de semanas mi madre me escribió un Whatsaap "Acabo de ver unas fotos tuyas de cuando ibais con el cole de excursión", y se me encendieron todas las alarmas.
No me decía que había encontrado por casa un álbum de fotos de la época del cole, no.  Hablaba además en plural, y es verdad que mi hermana y yo hemos idos a los mismos colegios, pero es muy raro por la diferencia de edad que compartiésemos salidas escolares. Entonces, ¿de qué fotos hablaba?
Admito que hubo un momento en el que un escalofrío me recorrió el cuerpo y pensé "por favor, que no haya subido a su muro ninguna de esas fotos que a una madre le parecen graciosas y tú piensas que no deberían exponerse más allá del salón de casa padres".
Intrigada, pregunté, y mi sorpresa fue que las había visto en una red social. 
Bueno, tampoco le di demasiada importancia. Serían fotos de excursiones, de aquella época en la que visitar el parque de bomberos, la fabrica de Coca-Cola o de chocolates Herminio eran un acontecimiento porque por un día "íbamos de calle". 
Yo no había sido etiquetada, y probablemente si mi madre no las hubiese visto, ni me habría enterado de que habían sido publicadas. Fin de la historia ¿o, no?

Photo by Element5 Digital on Unsplash
Me he parado a pensar en lo que yo suelo compartir y en cómo lo hago. Están mi cuentas de Twitter y Facebook más centradas en la actualidad política, también estas largas divagaciones sobre temática varia en las que suelen convertirse mis posts, las fotos en IG de mi día a día aunque muchas veces tire de #miarchivoinfinito. Más o menos me he convertido en experta en postales: fotos de paisajes, de desconocidos a los que tampoco se les podría reconocer, de conocidos de espaldas, de imágenes a contraluz, el 99,9% de las veces los pies de foto son demasiado largos, a veces personales, pero siempre medidos, sabiendo hasta donde quiero contar.

A maridin no le gusta demasiado salir públicamente en las fotos, así que no lo hago normalmente sin antes preguntarle, salvo en los momentos de subidón, con amigos o con la familia, esos de felicidad inmensa que ni te planteas un ¿por qué no?, o en los stories donde con el argumento de que desaparecen en 24 horas, solemos tener manga ancha.

Como la que "veo fotos" soy yo, suelo estar siempre detrás del objetivo (o del móvil), no suelo salir demasiado, salvo en las mismas excepciones de felicidad en las que siento la necesidad de compartir, o como me pasó hace una semana: me gusto un selfie que me hice aprovechando la lectura de un curso de retratos en una noche de insomnio. Como me veía bien, me parecía que me había dejado la cara sin rastro del cansancio que sentía, pues alegremente le di a "subir". Luego maridin me dijo que a él no le gustaba porque parecía triste y mi madre que no eran ojeras lo que disimulaba, sino patas de gallo, y me quedé un poco descuadrada.

Photo by Tom Sodoge on Unsplash
¿Donde quiero acabar con todo esto? Pues que en general, creo que en la mayoría de los casos, todos tenemos cuidado con qué fotos propias publicar. 
No nos engañemos, nadie publica una foto propia en la que se vea mal, y si alguien lo dice, yo pensaría que está mintiendo, llámame mal pensada. Otra cosa es quien la publica y después la borra, algo relativamente frecuente en determinadas cuentas de IG que me tiene intrigada y es un fenómeno al que no encuentro explicación, o cambiaron de opinión o no consiguieron el objetivo que querían, alguna razón tiene que haber  (si alguien sabe el por qué, que me lo haga saber.
Lo que ya no estoy tan segura es si todo el mundo se para a pensar en el resto de personas que aparecen en la foto; ya sabes, eso de lo que habla a veces la vecina rubia "cuando tú sales bien, sin pararte a ver como sale tu amiga, no es de guapas" ¡Cómo para a pensar en desconocidos, está la cosa!.
Quiero creer que también solemos darle un par de vueltas, o eso espero, a dónde y cómo publicar, es decir, si tenemos un perfil público o privado y si lo que contamos es algo que no nos molesta hoy pero tampoco nos sonrojara mañana, ni a nosotros ni a aquellos otros de los que hablamos. 
Aquí me vais a perdonar pero tengo que admitir que agradezco que durante mi infancia no existieran las RRSS (algo bueno tenía que tener ser "muy adulta") y que mi madre haya descubierto el Facebook con el tiempo libre que le ha dejado la jubilación; ahí lo dejo, sin más, un mini meloncito, para quien lo quiera.

Pensamos que lo tenemos todo controlado, que somos nosotros quien decidimos, y no estoy 100% segura; quizás aparezcamos muchas más veces de las que pensamos.

Así que esto es un poco lo que he estado pensando estos días, que con tanto mail y nuevos consentimientos aturrullándonos la bandeja de entrada para que no haya problemas con la protección de datos, no está nunca de más reflexionar un poco sobre nuestro propio comportamiento a la hora de compartir contenido en redes sociales; mejor no hacerlo, digo yo, cuando alguien pueda sentirse mal con la imagen o con lo que escribimos en el pie de foto.

Sí, cada uno es libre, pero el limite está en la libertad de los demás: de los desconocidos, de nuestras parejas, de nuestros familiares, de nuestros amigos.

GuardarGuardarGuardarGuardar

No hay comentarios