Me vas a permitir que me ponga un poco seria,
una vez más.
En lo que llevo de año he calculado que aproximadamente me he recorrido más de 12.000 kms.
Los próximos días añadiré unos cuantos más a mi cuentakilometros particular.
Vuelvo a casa, a mi norte, y lo hago con suma alegría.
Iré desde el que es mi hogar a la que un día fue mi casa, porque, mal que me pese, mi sitio ahora mismo, está en este norte.
Incluso con mis añoranzas y mis quejas que ya sabes que van por momentos, yo no me marcho huyendo de guerras sin sentido ni dejándolo todo atrás, maridin se quedará y me recibirá a la vuelta, o eso espero, con los brazos abiertos, y mi vida vikinga continuará donde la dejé.
Además... Cómo podría tener el valor para quejarme!! Toda esa distancia la recorreré cómodamente a bordo de aviones y trenes, y por muy estrechos que nos parezcan los asientos, yo no tendré que ir hacinada en una barcaza habiendo pagado un precio a todas luces excesivo, por el sueño de llegar a una costa que ni siquiera sé si alcanzaré.
Yo, que atravesaré Europa de norte a sur, apenas tendré que enseñar mi pasaporte porque en Europa decíamos, nos creíamos, existía la libertad de circulación de personas. Esto era así, al menos entre los países firmantes de un acuerdo que puede que se haya quedado en papel mojado, y porque al final va a resultar que de lo único que se trataba era de hablar de libertad dentro de una burbuja llamada Union Europa. Y ya sabemos lo que puede pasar con las burbujas, que un día, explotan.
Así que yo vuelvo a preguntarme donde ha quedado aquella Europa, en la que yo creía firmemente y a la que tanto echo de menos..
Me pusé a escribir este post después de cansarme de leer crónicas en las que se denunciaba la situación de los refugiados que creyeron que poner en riesgo sus vidas valdría la pena y que después de vivir meses en campamentos en situaciones infrahumanas, después de pasar por situaciones que ningún ser humano en este siglo (ni en ninguno) debería soportar, ahora ven como se les envía de vuelta a un infierno intermedio turco.
Me pusé a escribir porque hace un par de semanas, por primera vez para atravesar el puente de Ørensund, el que une Dinamarca con Suecia, hubo que parar el coche y enseñar el pasaporte, y tuve el poco valor de quejarme al ovidarme en ese momento de los motivos por los que realmente debemos quejarnos.