Ni las doce campanadas ni el primer brindis van a hacer desaparecer lo malo ni lograran transformarlo todo en positivo.
Fue el año en que:
- Recuperé el criterio para fijarme en lo verdaderamente importante e ignorar lo que no merece la pena.
- Defendí mis derechos y expresé mis opiniones desde el respeto, gané seguridad en mi misma, y cuando no tenía nada que aportar, me mantuve en silencio.
- Regresé al mercado laboral.
- Volví a llorar (mucho) de risa, de impotencia y para desahogar.
- Disfrute de la buena compañía y aprendí a hacerlo de la soledad.
- Recorrí kilómetros, por devoción y obligación.
- Paseé por la playa bajo el sol, resguardada por un paraguas y entre la niebla, y además me senté a ver atardecer, salté olas, recogí conchas.
- Me seguí emocionando con libros, canciones ...
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