2018, sin reproches


Ni las doce campanadas ni el primer brindis van a hacer desaparecer lo malo ni lograran transformarlo todo en positivo.

Fue el año en que:
  • Recuperé el criterio para fijarme en lo verdaderamente importante e ignorar lo que no merece la pena.
  • Defendí mis derechos y expresé mis opiniones desde el respeto, gané seguridad en mi misma, y cuando no tenía nada que aportar, me mantuve en silencio.
  • Regresé al mercado laboral.
  • Volví a llorar (mucho) de risa, de impotencia y para desahogar.
  • Disfrute de la buena compañía y aprendí a hacerlo de la soledad.
  • Recorrí kilómetros, por devoción y obligación.
  • Paseé por la playa bajo el sol, resguardada por un paraguas y entre la niebla, y además me senté a ver atardecer, salté olas, recogí conchas.
  • Me seguí emocionando con libros, canciones ...
Tienes suerte 2018 porque al final la memoria es selectiva y si no lo es, haremos lo posible por ayudarla. Sin reproches.


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