Siempre digo que los primeros meses después de mudarme a Dinamarca los viví como turista: sin clases de danés, con mucho tiempo libre, me levantaba y me organizaba el día para patearme la ciudad.
Echo la vista atrás y los recuerdo como unos meses fantásticos (también eran tiempos en los que creía que la aventura vikinga sería temporal). Todos los días descubría algún sitio nuevo, visitaba alguna exposición, llegaba a una calle de edificios de colores que ningún mapa me había señalado, y sobre todo, aburría a amigos y familiares saturándolos de fotos vía whatsaap.
Todo era nuevo y fantástico, era muy Pinterest. Aquellos primeros meses de 2013 nevó como dicen hacía años que no lo hacía y toda aquella nieve hizo muy llevadero aquel primer invierno de oscuridad. Incluso cuando poco a poco empezaron los horarios, aquel primer verano danés fue el mejor desde que nos mudamos aquí, compartimos Dinamarca durante el mes de julio con amigos, hubo muchos días de sol, picnics en el lago y mucho turisteo en la mejor de las compañías.
Y entonces llego agosto, aquí había que volver a la rutina, los días iban acortándose y el verano se iba despidiendo, y mientras las fotos de allí que llegaban al móvil era de días de playa y noches de verbena.
La distancia empezaba a notarse en aquellos pequeños detalles.
La distancia empezaba a notarse en aquellos pequeños detalles.
Cuando empiezas de cero, vives durante un tiempo a caballo entre lo que dejaste allí y lo que tienes aquí, pero en algún momento empiezas a tomar conciencia y dejas de ser turista. Sólo cuando recibes visitas vuelves a explorar la ciudad y a dejar que te maraville, a perderte por carreteras secundarias y encontrar siempre una foto.
Hablando con Zaira, otra española en tierras vikingas autora de muysmuk.com, nos dimos cuentas que muchas de las cosas que maravillaban a las personas cuando visitaban la ciudad a nosotras habían dejado de hacerlo por el simple hecho de formar parte de nuestra cotidianiedad.
Copenhague siempre será una ciudad que merece unas vacaciones, una escapada... pero ¿es la ciudad perfecta para vivir que muchas personas creen ver cuando la visitan?
El día a día no siempre es Pinterest, la gente que sonríe en la calle no siempre tiene una palabra agradable, el transporte no funciona siempre con la puntualidad de un reloj suizo, y aunque todo el mundo hable ingles con fluidez no siempre es posible acceder a toda la información cuando la necesitas porque su primera lengua sigue siendo el danés...
Podríamos seguir este listado pero hemos decidido que no merece la pena.
Vamos a darle una vuelta e intentar recuperar de vez en cuando ese modo turista, dejar que los sitios bonitos aunque sean los de las postales de siempre sigan sorprendiéndonos, volver a caminar por la ciudad y enamorarnos de sus calles de colores, sentarnos en un café y pensar que suerte que aún se sigan cuidando los detalles... Ya hemos añadido a algunas fotografías de nuestro perfiles de Instagram el hashtag #cphcualturista y a partir de ahora pensamos hacerlo con más asiduidad, para que Copenhague no nos deje de enamorar.
Shhhhhh... Un secreto!! Creo que estos días lo tendré muy fácil para utilizar nuestro hashtag porque volveremos a ser #dosterciosdecantábricasenCopenhague -and families- ;) (Sister te vamos a echar de menos!!)
Shhhhhh... Un secreto!! Creo que estos días lo tendré muy fácil para utilizar nuestro hashtag porque volveremos a ser #dosterciosdecantábricasenCopenhague -and families- ;) (Sister te vamos a echar de menos!!)
Empecé a leer tu entrada y ya te imaginaba de la mano de Lorena pateando como posesas con una sonrisa en la cara. Disfrutad mucho piruliñas! :-)
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