Mientras leía el domingo el último artículo de Elvira Lindo en El País "No me llames letrasado" sobre la últma decisión del Ministerio de Educación de eliminar la asignatura de literatura del segundo curso de bachillerato, y por tanto, de la prueba de acceso a la Universidad, me acordé de Filo, Valentina, Elena, Charo, Nieves e incluso de Camilo.
Filo fue aquella primera maestra que me enseñó a leer, la que me hizo mi primer carnet de aquella bibloteca situada en la última planta donde estaban las clases de las mayores, ella era el color azul de Barco de Vapor.
Valentina fue nuestra tutora durante tres años, el llamado entonces ciclo medio, con ella el azul se convirtió en naranja y los comics de Tintin en nuestros preferidos, y de repente, con ella ya eramos lo suficientemente responsables como para hacernos cargo de las fichas de la biblioteca.
De Elena y Charo recuerdo las primeras lecturas obligatorias y los poemas de memoria, pero también algunos titulos que nunca olvidaré.
Nieves fue la profesora a quien más le debo como lectora, quien nos descubrió las risas que podíamos pasar gracias a un extraterrestre de nombre Gurb, la que nos descubrió al Perez Reverte de la Tabla de Flandes, la misma que nos recomendó la lectura de Caperucita en Manhattan. Con ella leíamos, lo que debíamos de acuerdo al programa educativo, pero también todo aquello que nos animaba a leer aunque no fuese a contar para la nota de la evaluación.
Camilo nos hizó saber más de La Regenta que el propio Alas Clarin (algún día volveré a leerla sólo por gusto), con él conocimos y estudiamos a la generación del 98 y de la del 27, y es a él a quien debo todas las horas que me pasé dedicada a las Metamorfosis de Ovidio y a traducir aquellas guerras de las Galias.
El recuerdo de cada uno de estos profesores, se une a muchos otros ligados a la lectura: aquel en el que venía a casa el hombre del Círculo de Lectores a dejar el último pedido, aquellos en los que visualizo a mi madre enfrascada en algún libro durante sus momentos de descanso, aquellas hojas desgastadas de los libros que la abuela se empeñaba en releer y llenar de marcapáginas llenos de números, aquel primer poema que aprendí de tanto pedir volver a leer en aquel tomo infantil de la enciclopedia azul del salón...
Magarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento....
Magarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento....
Traigo hasta hoy muchos de esos recuerdos porque me produce un enorme desánimo ver relegada una asignatura tan importante como la literatura. Yo no sé cómo se motiva la lectura de forma precoz, no recuerdo los trucos -si es que existierón- para que yo tanto me aficionará, pero estoy segura que gran parte de lo que soy se lo debo a todos los libros que han estado conmigo, los elegidos y los obligatorios, con la mayoría disfruté y de todos aprendí.
Parece ser que con dicha decisión lo que se pretende es "hacer prevalecer aquellas materias que tengan una relación directa con el mercado laboral". Ya se podían haber buscado una mejor argumentación, no voy a extenderme hoy pero no sé si hubiese logrado concluir mis estudios universitarios (no vocacionales) de una de esas carreras que se decía por entonces con mucha salida profesional, si no hubiese sido por la lectura.
¡Qué tristeza que nadie en el Ministerio con capacidad de decisión se haya dado cuenta de la importancia de la literatura y se haya permitido la asimilación del tiempo de lectura al dedicado a un mero hobby!
¡Qué tristeza que nadie en el Ministerio con capacidad de decisión se haya dado cuenta de la importancia de la literatura y se haya permitido la asimilación del tiempo de lectura al dedicado a un mero hobby!
Leer (novela, ensayo, poesia, artículos periódisticos) es mucho más que un pasatiempo es en si mismo un aprendizaje: a escribir de forma correcta (ortográfica y gramáticalmente), a desarrollar el ingenio, a conocer realidades ajenas, a desarrollar un espiritu critico capaz de razonar y defender las propias ideas sólo con el uso de las palabras.
Todo me parece demasiado triste, pero confió en el ejemplo de los padres, en la enseñanza de los profesores, en el trabajo de los bibliotecarios y libreros y en todos aquellos que creen en el valor inconmensurable de la literatura.
No he podido informarme al respecto sobre esta noticia, pero en cualquier caso, sí pienso que leer es uno de los mejores hábitos que existen y que ojalá todos lo tuviéramos y yo tuviera más tiempo para poder hacerlo.
ResponderEliminarUn besico bonica.
@arualchu
Siempre agradeceré que en segundo de BUP me obligasen a leer a Garcia Márquez, nada hubiese sido igual en mi vida si no hubiese empezado con 15 años "Cien años de soledad". Tengo la misma impresión que tú al leer el artículo...
ResponderEliminarYo tampoco tengo más información que la que has dado en este post. Vivo actualmente en Alemania y no estoy al tanto de los últimos cambios en el sistema educativo español.
ResponderEliminarComparto al 100% tus palabras; me parece una pena que no se le dé importancia real a la literatura y a lo que significa de aprendizaje la lectura. Leyendo alimentas la imaginación, la creatividad; al mismo tiempo que se enriquece nuestro dominio de la lengua, tanto escrita como hablada. ¿ No se dan cuenta de la importancia que tiene la comprensión, tanto escrita como oral, en el aprendizaje de otras materias? Parece que no ��
Yo también recuerdo con mucho cariño a aquellos maestros y profesores que me enseñaron el valor de la Literatura. Seguramente por ello decidí ser profesora de Lengua Castellana y Literatura ��
Gracias por dedicar un post a una de mis pasiones. Buenas noches.