Aprovechando mis afterårsferien (vacaciones de otoño) y compromisos de trabajo ajenos, decidimos hacernos uno de esos roadtrips que tanto nos gustan, y conocer un poco más el norte de Alemania.
Hemos descubierto un par de ciudades espectaculares a las que estamos deseando volver y de las que pronto te hablaré, hemos hecho una mini ruta de faros bálticos por la costa alemana que también pienso compartir porque hicieron que me reconciliará con la niebla. Hoy, sin embargo aprovecho para terminar un post que empecé a escribir en el hotel el último día.
No es una lista de esas útiles, son pensamientos varios fruto de no ver nada más alla de tus narices en una ciudad desconocida donde no hay mucho que hacer y la alegria la llevan en el interior.
1.- Para empezar, debo decir que estuvimos en un hotel totalmente recomendable, con una habitación grande y unas vistas estupendas, lo que agradecí bastante teniendo en cuenta todo el tiempo que pasé en ella, porque la ciudad, siendo sincera, no merece una visita en otoño -al parecer en verano es otro mundo-.
Por momentos creí estar protagonizando mi propia versión de Iverina de "Gorilas en la niebla", porque aquello no levantaba ni para atrás, con una buena porción de imaginación pensé en la fiesta continua que debe ser Kiel cuando brilla el sol -que esto, ya me lo conozco yo de mi vida en tierras vikingas-.
Pero en fin a lo que voy, igual que te digo lo espaciosa y las vistas que tenía la habitación también debo reconocer que tenía un pequeño fallo. Y es que aquí los primos hermanos germanos también abogan por utilizar nórdicos individuales en las camas dobles y yo es algo que no entiendo, mira que normalmente duermo en una esquinita de la cama con más posibilidad de acabar fuera que pegada a maridin, pero lo de que cada uno tenga el suyo no acabo de entenderlo porque en el fondo a poco que te muevas acabas destapándote, y con el frío que hace ya por estas tierras... Así que si hay alguien capaz de ilustrarme sobre el tema, de convencerme de los beneficios de los nórdicos individuales, bienvenido sea
2.- Siguiendo con el tema alojamiento, del que os obviaré todo lo que me gustarón los desayunos (soy muy fan de los desayunos de hotel!!), no puedo evitar confesarte la alegría que me llevé al encontrarme con una bañera. Y es que... ¿sabes eso que te dicen de que a veces echas de menos sólo las cosas cuando no las tienes? Pues así estoy yo desde que nos mudamos a Dinamarca, suspirando por una bañera...
Al parecer el baño original de nuestra casa vikinga, que afortunadamente nunca fue del tipo "baño danés 1m.x1m." tenía bañera pero llegado el momento de la reforma y decidir entre bañera o espacio para la lavadora y la secadora, el dueño decidió acertadamente (decisión que aplaudo porque sólo pensar lo que sería andar subiendo y bajando las escaleras con la colada, me entran los mil sudores). Pero claro, una cosa es beneficiarse de no tener que hacer uso de las habitaciones de lavado comunitarias y otra, más aún ahora que ha llegado el "invierño", tener que conformarse con fantasear con la sensación de un baño caliente relajante.
3.- Gracias a este viaje, he dejado de tenerle tanta manía a Angela Merkel, la verdad es que la señora entre sus decisiones de austeridad que son más que cuestionables y su cara habitual de pocos amigos, no estaba en mi lista de personas influyentes con las que te irías a cenar una noche. Pero ahora ya sé que no es exclusivo de ella, es que los alemanes al parecer, así en general, no son la alegría de la huerta. Oye igual siendo Alemania tan grande, pasa algo como con los daneses en Escandinavia, que son los más sonrientes y más felices porque a fin de cuentas son los que más horas de sol disfrutan, así que quizás si me voy a Munich descubro que son felices sin necesidad de ir comiendo perdices por la vida, pero en general, créeme, sonrientes, sonrientes no son.
4.- ¿Os sonora ese refrán de "unos cardan la lana y otros se llevan la fama", no? Por una vez y sin que sirva de precedente debo defender al pueblo galo, tanto decir que en ocasiones encontrar un francés con un nivel medio de ingles es más difícil que encontrar una aguja en un pajar (estoy refranera!!), que ríete tú del ingles medio de los alemanes... Mejor en Lübeck, ciudad patrimonio de la humanidad e imagino más habituada a la presencia de turistas, así como en Flensburgo, última ciudad alemana antes de pasar la frontera a tierras vikingas, pero en Kiel, ciudad portuaria desde la que además salen verdaderas ciudades flotantes en dirección a los países escandinavos y que en época de cruceros es puerto de origen, el inglés brillaba por su ausencia, menos mal que siempre he creído que una sonrisa ayuda y, que como me decían ya desde el colegio, yo además de hablar por la boca traduzco con las manos... porque vaya tela!!
En fin que Alemania tiene sus cosas, y que me he puesto un poco puntillosa pero que he dejado las maravillas para próximos posts. En definitiva, lo que quería decirte es que si estás pensando en hacerte una escapada otoñal, Kiel es totalmente prescindible, ya se lo decía a mis cantábricas... hasta fotos decentes costaba hacer entre tanta niebla.
Para que no pienses que ademas del hotel y la niebla poco positivo tengo que decir de Kiel, te diré que comer comimos muy bien. De hecho me atrevo a recomendarte un par de sitios: L'Osteria, un italiano de esos muy Pinterest, con una comida fantástica, a buen precio y con unas porciones para alimentar a una familia; y el Restaurant Pier 16, donde además de comer muy muy bien y además a bastante buen de precio (aunque con esto de los euros no me hagas demasiado caso porque creo que la corona danesa me transtorna).
Prometo esos dos post pendientes contando bonanzas germanas;)
Hemos descubierto un par de ciudades espectaculares a las que estamos deseando volver y de las que pronto te hablaré, hemos hecho una mini ruta de faros bálticos por la costa alemana que también pienso compartir porque hicieron que me reconciliará con la niebla. Hoy, sin embargo aprovecho para terminar un post que empecé a escribir en el hotel el último día.
No es una lista de esas útiles, son pensamientos varios fruto de no ver nada más alla de tus narices en una ciudad desconocida donde no hay mucho que hacer y la alegria la llevan en el interior.
1.- Para empezar, debo decir que estuvimos en un hotel totalmente recomendable, con una habitación grande y unas vistas estupendas, lo que agradecí bastante teniendo en cuenta todo el tiempo que pasé en ella, porque la ciudad, siendo sincera, no merece una visita en otoño -al parecer en verano es otro mundo-.
Por momentos creí estar protagonizando mi propia versión de Iverina de "Gorilas en la niebla", porque aquello no levantaba ni para atrás, con una buena porción de imaginación pensé en la fiesta continua que debe ser Kiel cuando brilla el sol -que esto, ya me lo conozco yo de mi vida en tierras vikingas-.
Pero en fin a lo que voy, igual que te digo lo espaciosa y las vistas que tenía la habitación también debo reconocer que tenía un pequeño fallo. Y es que aquí los primos hermanos germanos también abogan por utilizar nórdicos individuales en las camas dobles y yo es algo que no entiendo, mira que normalmente duermo en una esquinita de la cama con más posibilidad de acabar fuera que pegada a maridin, pero lo de que cada uno tenga el suyo no acabo de entenderlo porque en el fondo a poco que te muevas acabas destapándote, y con el frío que hace ya por estas tierras... Así que si hay alguien capaz de ilustrarme sobre el tema, de convencerme de los beneficios de los nórdicos individuales, bienvenido sea
Está claro que cuando todo lo cubre la niebla no disfrutas de las vistas ni de nada |
2.- Siguiendo con el tema alojamiento, del que os obviaré todo lo que me gustarón los desayunos (soy muy fan de los desayunos de hotel!!), no puedo evitar confesarte la alegría que me llevé al encontrarme con una bañera. Y es que... ¿sabes eso que te dicen de que a veces echas de menos sólo las cosas cuando no las tienes? Pues así estoy yo desde que nos mudamos a Dinamarca, suspirando por una bañera...
Al parecer el baño original de nuestra casa vikinga, que afortunadamente nunca fue del tipo "baño danés 1m.x1m." tenía bañera pero llegado el momento de la reforma y decidir entre bañera o espacio para la lavadora y la secadora, el dueño decidió acertadamente (decisión que aplaudo porque sólo pensar lo que sería andar subiendo y bajando las escaleras con la colada, me entran los mil sudores). Pero claro, una cosa es beneficiarse de no tener que hacer uso de las habitaciones de lavado comunitarias y otra, más aún ahora que ha llegado el "invierño", tener que conformarse con fantasear con la sensación de un baño caliente relajante.
3.- Gracias a este viaje, he dejado de tenerle tanta manía a Angela Merkel, la verdad es que la señora entre sus decisiones de austeridad que son más que cuestionables y su cara habitual de pocos amigos, no estaba en mi lista de personas influyentes con las que te irías a cenar una noche. Pero ahora ya sé que no es exclusivo de ella, es que los alemanes al parecer, así en general, no son la alegría de la huerta. Oye igual siendo Alemania tan grande, pasa algo como con los daneses en Escandinavia, que son los más sonrientes y más felices porque a fin de cuentas son los que más horas de sol disfrutan, así que quizás si me voy a Munich descubro que son felices sin necesidad de ir comiendo perdices por la vida, pero en general, créeme, sonrientes, sonrientes no son.
4.- ¿Os sonora ese refrán de "unos cardan la lana y otros se llevan la fama", no? Por una vez y sin que sirva de precedente debo defender al pueblo galo, tanto decir que en ocasiones encontrar un francés con un nivel medio de ingles es más difícil que encontrar una aguja en un pajar (estoy refranera!!), que ríete tú del ingles medio de los alemanes... Mejor en Lübeck, ciudad patrimonio de la humanidad e imagino más habituada a la presencia de turistas, así como en Flensburgo, última ciudad alemana antes de pasar la frontera a tierras vikingas, pero en Kiel, ciudad portuaria desde la que además salen verdaderas ciudades flotantes en dirección a los países escandinavos y que en época de cruceros es puerto de origen, el inglés brillaba por su ausencia, menos mal que siempre he creído que una sonrisa ayuda y, que como me decían ya desde el colegio, yo además de hablar por la boca traduzco con las manos... porque vaya tela!!
En fin que Alemania tiene sus cosas, y que me he puesto un poco puntillosa pero que he dejado las maravillas para próximos posts. En definitiva, lo que quería decirte es que si estás pensando en hacerte una escapada otoñal, Kiel es totalmente prescindible, ya se lo decía a mis cantábricas... hasta fotos decentes costaba hacer entre tanta niebla.
Para que no pienses que ademas del hotel y la niebla poco positivo tengo que decir de Kiel, te diré que comer comimos muy bien. De hecho me atrevo a recomendarte un par de sitios: L'Osteria, un italiano de esos muy Pinterest, con una comida fantástica, a buen precio y con unas porciones para alimentar a una familia; y el Restaurant Pier 16, donde además de comer muy muy bien y además a bastante buen de precio (aunque con esto de los euros no me hagas demasiado caso porque creo que la corona danesa me transtorna).
Prometo esos dos post pendientes contando bonanzas germanas;)
Yo sin embargo estoy encantada con los alemanes (será porque el chichipán lo es), y aunque son más fríos que la ostia, me encantan todos ellos. Y respecto a lo del inglés no es lo mismo imagino que un pueblecillo por ahí que una ciudad como Berlin u otras como Friburgo , etc donde no he tenido problema ninguno no solo con el inglés sino que incluso en castellano.
ResponderEliminarUn besico
@arualchu