Cosas que me dan miedo

Llevo días con una tos horrible, estoy buscando representante que pueda negociar mi participación estelar en el nuevo anuncio de jarabe contra la tos. Mi desesperación me ha llevado a seguir a rajatabla los remedios telefónicos de mi madre, alimentarme a base de sopas y platos de cuchara, abrigarme por encima de mis necesidades, untarme Vicks Vaporub hasta ahogarme  de su perfume, y por último, loca por dormir, he cortado una cebolla y la he depositado en mi mesilla esperando el milagro.


No ha habido multiplicación de panes y peces, de momento todo sigue igual. Podría haber salido del trabajo y asistir a alguna fiesta de Halloween  sin necesidad de maquillaje para pasar por un personaje de Walking Dead.

No tengo puente, y además también me toca trabajar el sábado, si estas 24 horas de descanso tampoco sirven, subiré el caché que estaba negociando, puede que sea hora de que jubilen al abuelo del Iniston.

Con este panorama y de Rodríguez en casa, sin nadie que cuide de mí, me he puesto a teclear/divagar en esta noche terrorífica sobre miedos, ¿sobre qué si no?


Me dan miedo las noticias y algunos titulares que intentan evitar que sigas leyendo la totalidad del artículo.

Me da miedo una parte de la sociedad, esa que se esconde pero insulta y ataca. También me da miedo esa otra del buenísimo, de los halagos sin mesura. Echo de menos la falta de crítica desde el respeto.

Me daban miedo aquellos que negaban el cambio climático que ahora estamos sufriendo. También me dan miedo los que sólo hablan del tiempo para desviar la atención y los que controlan el mando del aire para tener el control.

Me dio miedo que Trump llegase a la Casablanca. Me dio miedo que en los países escandinavos, esos que siempre fueron ejemplo del estado del bienestar, la extrema derecha comenzase a subir como la espuma. Me da miedo que el gobierno italiano esté sostenido por un tipejo como Salvini. Ma da miedo que Bolnosaro haya ganado en Brasil. Me da miedo que aquí haya quien esté dispuesto a escuchar a Santiago Abascal.




Me dan miedo los que sólo se acuerdan de los enfermos en los hospitales y de los muertos en los cementerios, y sobre todo, los que sólo lo hacen en los días señalados. 

No me dan miedo los que se lanzan a cruzar el Mediterráneo, pero sí todos los que se inventan argumentos en su contra.

Me dan miedo los que nunca salieron o nunca tuvieron que esforzarse pero exigen sacrificio a los demás.

Me dan miedo a veces las redes sociales, los desconocidos y algunos conocidos.
No me dan miedo los que reconocen que a veces sienten miedo.


Se puede vivir con miedo, sin tener que sobrevivir.
A veces incluso, es necesario sentir miedo para seguir viviendo.

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