Pasar ganas sin pasar hambre

Siempre llega un momento, bueno varios, en que la vida te pone en tu sitio si antes no lo ha hecho el espejo porque te has estado mirando con los mismos ojos que te miraba tu abuela, y si tampoco lo consiguió la bascula a la que por supuesto no hacías caso porque eras una chica de letras a la que los números no le atraían en absoluto. 

En mi vida ese momento llegó hace casi un par de meses, así que he pensado compartirlo por puro desahogo
Mi blog, mis historias, mis divagaciones, mis desahogos.

Mercado Da Ribera Lisboa
Yo hubiese dicho que estoy a dieta, bajo la supervisión de una nutricionista. 
Ella, mi domadora, como la denominaría Lo, diría que estoy aprendiendo a comer bien. 
Y hambre no paso, pero ganas…. Los primeros días si no soñaba con dejarme llevar en los pasillos ahora prohibidos del super, debió faltar poco.



Antecedentes de quien era yo:
Yo me fui al viaje de fin de curso de EGB con la mano entablillada porque me había rebanado los cuatro dedos con la ampolla de Astenolit que necesitaba porque estaba muy flaca.
Yo comía chocolate como para que mis padres se hubiesen planteado la compra de acciones de la Nestlé; que no entiendo porque no lo hicieron, cuando me pasé media vida oyendo que no compraban una vaca para saciar mi demanda de leche porque el animal en la terraza de un séptimo podía enajenarse.
Yo me fui a Italia y me alimente a base de pasta, pizza, helado y nutella, y en los picos de actividad del master (al que recuerdo perfectamente como asistí a todas las clases) me merendaba cuatro Cuor di Ciobar y me quedaba tan ancha (metafóricamente hablando).
Yo entraba en el Tutti- frutti (la tienda de chuches a granel, lo aclaro porque en tierras gallegas se ríen de mí) y salía con una bolsa de Conguitos y otro de Lacasitos, y de aquella parecía que no pasaba nada.
Yo me reía cuando mis amigas me decían "el día que te cambié el metabolismo, vas a sufrir lo que no está escrito".

Mercado Halles Biarritz

Al final no sé si por cambios en el metabolismo, por mi vida sedentaria porque muy deportista no he salido y cada vez que me ha dado por practicar cualquier actividad física fuera de la piscina acababa en urgencias entre puntos, vendas y escayolas, o simplemente por el paso de los años, la situación se me fue de las manos. 
No hablo de algo estético, aunque también. Estas navidades repasaba fotos y de repente me vi como la señora que se había comido a aquella Verina. 
Hablo de razones físicas, de que mis caderas, de por si maltrechas, y mi rodilla habían dicho basta, que a veces caminaba y empezaba a cojear para terminar bamboleándome.  
Siempre pensé que si llegaba ese momento, o pedía ayuda o me veía incapaz, así que cuando han llegado las exigencias médicas, aquí estoy yo, pasando ganas pero sin pasar hambre.

Mercado Tøverhallerne


No va a ser rápido ni nada milagroso, estoy re-aprendiendo a comer, creando hábitos sanos y he vuelto al ejercicio, en mi caso a la piscina que es lo que más me gusta
Por primera vez empiezo a mirar las etiquetas de los productos, evito picoteos innecesarios o los cambios por otros permitidos, no como más allá de lo necesario, sobre todo he dejado de comer por gula, la ansiedad ya no se ataca a base de dulces y chocolate.

Los primeros resultados no sé si son muy evidentes, pero yo me pasé las vacaciones de semana santa caminado más de 13 kilómetros al día y hacía años que no conseguía hacerlo, sólo esto a mi ya me vale.
En esos días, mientras hacia postales de la France, hubo algún momento duro porque nadie hace el pan como los franceses, porque sus croissants son de otro mundo, porque los locos de los quesos suspiramos hasta en la zona de lácteos del Carrefour, pero contuve mis ganas sin pasar hambre y con algún que otro capricho.

Quesería Biarritz

La verdad es que probablemente además del desahogo escribiendo esto, decidí compartirlo porque de repente veo dietas milagrosas, gente que aprende a comer bien a base de sobres y botes, mercadeo de dietas y regímenes supuestamente personalizados al puro estilo Fariña, y me vuelvo medio loca.
Yo ya lo sabía, lo he sabido siempre, esto de comer bien y sano, acostumbrada a hacerlo más bien mal, es duro, pero no hay trucos mágicos más allá de una correcta alimentación combinada con algo de ejercicio físico ( y no hace falta correr medias maratones).

Tenemos que aprovechar para comer mejor, nosotros que podemos hacerlo cien mil veces más fácil que en muchos otros lugares porque tenemos a nuestra disposición una variedad extraordinaria. 
Tenemos que pedir ayuda si la necesitamos (pon una domadora en tu vida), depositar nuestra confianza en gente que sabe de lo que habla (@midietacojea), buscar nuevas y apetecibles recetas  siguiendo a Luciana y las aventuras del niño lechuga o  @cristinaferrer y escuchar algunos de los podcast de Cristina Mitre donde habla con expertas.

Photo by Jon Tyson on Unsplash
En fin...
Que cada uno que busque su motivación, la más importante debería ser la salud. 
Olvídate de la dieta del bikini que no te vas a pasar tres meses en la playa salvo que te toque el Euromillones.
Olvídate de los juegos del hambre que me dan a mi que son pan para hoy y hambre (valga la redundancia) para mañana.
Que somos mucho más que lo que nos refleje el espejo o nos cuente la báscula.
Yo no volveré a ser la Verina a la que me comí en plan Saturno devorando a un hijo, pero tampoco podía ser que las abuelas me adelantasen sin poner intermitente.

A tu salud, una onza de chocolate negro 82% que ahora me sabe como uno de aquellos Mexicanitos (creo que hay que ser muy mayor para saber que son).
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1 comentario

  1. Estoy igual. Aprendiendo a comer y pasando ganas, pero nada más. Creo que el cambio que se experimenta es brutal,pero no tanto físico como mental. Ánimo!! Estamos en el camino y lo conseguiremos!!!

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