Lo que ha cambiado mi armario...

Buenos días,

Después del momento reflexivo del lunes, cambio radical y hoy vengo a hablarte de mi armario.
Tranquilidad porque no sé trata de hacer una presentación oficial como en su día hice con LA lámpara,  esa que me da vida en los oscuros días vikingos. 
Que nadie se me asuste, no pienso meterme en un berenjenal del que no tendría la más mínima idea de como salir, no sé mucho de moda, sigo las tendencias pero por fortuna guardo la buena costumbre de mirarme en el espejo antes de pasar por caja o salir de casa, lo que me permite (o eso creo yo) no salir hecha un adefesio ni tampoco haciendo el rídiculo.
Hoy voy a hablaros de lo que la vida vikinga ha hecho con mi closet.

La verdad es que si hay algo que ha cambiado desde que nos mudamos a Dinamarca, ha sido el contenido de mi armario. Los cambios creo que han sido en general para mejor, aunque no te lo voy a negar, cada vez que tengo que volver a casa y hacer la maleta me paso un montón de tiempo pensando que llevar,  e intentando evitar no pasar por una güiri mientras paseo por las calles de mi Oviedin del alma.

Ahí van...

1.- El redescubrimiento de la camiseta de la salud. Momento frío aléjate de mis riñones.
No me refiero a esa camiseta blanca de tirantes que usaban los abuelos, piensa en algo más femenino, y eso es exactamente de lo que te hablo.
Juro que hasta nuestra mudanza, yo había vivido en la ignorancia, sin llegar a entender porque  en las tiendas había tantas camisetas de tirantes y porque se consideraban un básico. Pero fue llegar aquí y descubrir desde el minuto uno la importancia de llevar siempre los riñones resguardados del frío, suena un poco a Paco Martinez Soria lo sé, pero es lo que hay.


2.- La diferencia entre ser una persona y querer ser una hortaliza. Momento cebolla no.
Yo siempre había pensado que para no pasar frío lo mejor era abrigarse y que hacerlo en forma cebolla, esto es, capa sobre capa, era la mejor de las formas. Y así lo hice casi todo el primer invierno hasta que observé y aprendí. 
Verás, los cambios de temperatura cuando el frío arrecia son tan fuertes que cuando entras a un sitio, el momento cebolla se volvía contra mi, ir quitándome capas hasta adaptarme a la temperatura de los sitios me hacía perder tiempo y dar un numerito de destape totalmente innecesario. Sin embargo, yo observaba como mis vikingas iban bien abrigadas, pero llegaban a los sitios y no se pasaban minutos deshaciéndose de ropa. 
La observación trajo la solución: cuando el frío llega de verdad, lo que hay que tener es una (si se pueden más) buenas prendas de abrigo exterior, y así puedo decirte que desde que voy con mi abrigo de esquimal,  voy caliente y feliz.


3.- Los caracoles llevan la casa a cuestas sobre sus espaldas. Momento mochila.
Yo era la señora (madre mía, que mal suena!!) de los bolsos, me gustaban todos, nunca tenía suficientes, pero fue llegar a tierras vikingas y el mundo mochilero se apodero de mi. Y la verdad no sé porque no me había dado cuenta antes, si soy de las que necesito salir con media casa en el bolso (aquí es cuando me visualizo modo caracol) ningún bolso es tan cómodo y respetuoso con tu espalda  como una mochila, de hecho podría haber comprado acciones de Fjallraven y quizás hubiese sido más negocio para la economía familiar.
Eso sí, y ante la posibilidad de que maridin entre y lea este post, de lo de los bolsos no estoy del todo curada... pero es que no puedes ir a todos los sitios con mochila!! (amore no hace falta que intentes entender este último argumento).


4.- Con los pies fríos no se piensa bien. No lo digo yo, lo dice Pereza.
Poco que añadir... Yo si tengo los pies fríos no es que no piense, es que puedo llegar a ponerme de muy mal humor, amén de que con toda probabilidad acabe cogiendo un catarro. Así que aunque sé que las piernas desnudas son tendencia... está claro que no pertenezco a esa jerarquía superior de la que habla el artículo, así que mis zapatos ya no siempre son los más bonitos (ni las uggs ni las botas de nieve  ni las katiuskas lo son) pero mantienen mis pies calentitos y a mi me dejan ir feliz como una perdiz. (Y es la segunda vez que relaciono lo de la felicidad con mantener el calor corporal!!)


5.- Sombrero versus gorro. Una lucha fratricida.
Esto es una teoría de las mías, sin evidencia científica alguna. Para mi el sombrero es elegante, el gorro es caliente (quizás esta no sea la diferencia y un entendido en vestir cabezas me lo aclare), así que yo antes siempre hubiese elegido sombrero, pero como lo que de verdad caracteriza al clima danés es el viento, algo que también aprendi es que la elegancia puede salir volando y dejarte como si no te hubieses peinado antes de salir de casa. Así que si de lo que se trata de ir bien abrigada, la solución es el gorro que para eso te lo puedes encajar en la cabeza a modo de tuerca.



Y hasta aquí han llegado algunos de los cambios que mi armario ha sufrido desde que nos vinimos a tierras vikingas.

Hoy me despido hasta el martes, mañana tengo que preparar la maleta y no creo que tenga tiempo para dejar listo el café del viernes.

Si llega el frio como dicen las predicciones a lo mejor cuando te prepares para salir de casa te acuerdas de alguna de las cosas que hoy te he contado;)
Que el viernes llegue pronto y el finde pase despacio.


*Y una vez más... Viva Pinterest!!! Viva esa fuente inagotable de imágenes bonitas!!

1 comentario