El síndrome de Gardel

En esto despertó el divino Odiseo acostado en su tierra patria,
pero no la reconoció pues llevaba mucho tiempo ausente…
Homero



Vivimos uno de esos momentos en los que hay teorías varias, estudios de Universidades que nadie conoce y síndromes con reconocimiento y base empírica que intentan dar una explicación más o menos verídica, a todo lo que sucede.

Hace unos meses, aún no me creo que ya haya pasado tanto tiempo, alguien me dijo que debía prepararme para lo que iba a suceder, que superada la alegría por dejar tierras vikingas y las primeras semanas de aterrizaje era muy probable que empezase a sentir "el síndrome del emigrante retornado”.

La verdad es que no sabía de que iba, hasta el momento en que llegó aquella llamada no me había interesado mucho pararme a pensar en el tema, no fuese que de sólo pensarlo me fuese a hacer daño, o porque simplemente me parecía ciencia ficción que se pudiese llegar a materializar la idea de retornar.

Photo by Andy Beales on Unsplash

Así que me pusé a investigar (bueno, vale, a leer artículos en Google) sobre el tema. 
Básicamente este síndrome explica lo que le sucede a aquellas personas que al regresar no encuentran la sensación de hogar que esperaban y contrariamente les resulta mucho más difícil de lo que pensaban el regreso a esa cultura y esa vida que tanto añoraban lejos.

Voy a compartir un poco mi experiencia, lo aclaro ya para evitar pérdidas de tiempo en cosas sin interés.



Claro que ha habido momentos en los que me he sentido un poco fuera de sitio y en los que no acababa de reubicarme, a día de hoy es algo en lo que sigo “trabajando”. 
Abro inciso porque necesito hablar de estas comillas para aclarar una obviedad: el trabajo es remunerado;  últimamente descubro atónita que hay quien habla de trabajo refiriéndose al tiempo que dedica a su formación o sus hobbies, y es algo que me deja estupefacta, a ver si voy a estar trabajando full time sin saberlo.

Volviendo al tema del retorno y su síndrome, en nuestro caso volvimos a España, estamos mucho más cerca de casa pero es totalmente una ciudad nueva y hay que conocerla y hacerse un hueco, que nos lo haremos seguro, pero si terminamos jubilándonos aquí, igual llegamos a los 65 o a los 75 (o a la edad que la virgen del Rocío tenga a bien recomendarle a la Ministra de Trabajo) y todavía no tenemos cuadrilla, y habremos vivido unos años estupendos porque la calidad de vida de Vitoria Gasteiz es indiscutible pero... 
Bueno igual me equivoco, y encontraos cuadrilla que nos adopte.

Photo by Jordan Whitt on Unsplash

Como no hemos vuelto, sino que solamente nos hemos acercado a casa, todo eso que explican a cerca del síndrome del emigrante retornado pues nos toca un poco de lado, quizás algo más cuando nos escapamos y recorremos los 345 kilómetros de costa cantábrica. 
Pero sin intención de echarnos flores, todo es bastante llevadero sin traumas, quizás porque tenemos callo y ya veníamos preparados (igual debería volver a escribir en singular y no hacerlo también en nombre de maridin…, bueno da igual si se siente agraviado que presente reclamación). 

Nosotros nos hemos ido tantas veces que hay cosas que ya aprendimos hace tiempo: cuando te vas, la vida (la de tus amigos, tu familia, tu ciudad, tu país) sigue, cuando vuelves no puedes esperar que nada haya cambiado porque afortunadamente (o no) evolucionamos tanto los que nos hemos ido como los que se han quedado, y lo que más te ayudara es la capacidad de adaptación al ritmo que te encuentres.

Photo by Jordan Whitt on Unsplash

En general, volverás y pensaras que hay tantas cosas tan típicas de aquí que te sacan de quicio que incluso habrá días en los que te descubrirás pensando en lo mucho que echas de menos algunas de las de allí, pero es cuestión de adaptarse, no intentar imponer cambios, aportar experiencia en la medida que sirva realmente para mejorar las cosas, y sobre todo, concienciarte: ni lo de allí era tan malo entonces ni tan bueno ahora, y otro tanto, con lo de aquí.

Y además, parándome a pensarlo un poco, ahora entre WhatsApp, e-mail y redes sociales a veces estás más presente en la distancia que estando cerca. 
Será que ya tengo historias de la abuela cebolleta pero... ¡Señores, la primera vez que pusé kilómetros de por medio, escribía cartas porque no todo el mundo tenía mail, las llamadas las hacíamos a través de teléfono fijo, y los mensajes tenían menos caracteres que un tweet y costaban más que la pizzetta que me cogía debajo de casa los martes y los jueves para cenar!


Cada experiencia es un mundo y depende de tantos factores que dan para estudiar, analizar y descubrir síndromes nuevos pero al final todo está dicho, incluso cantado.
En lugar de sindrome del emigrante retornado, deberían haberle hecho un guiño a Carlos Gardel y su tango Volver.

1 comentario

  1. Si es cierto lo que dicen en el libro 'El silencio de la ciudad blanca' hacerse con una cuadrilla no es nada sencillo jajaja Suerte.
    Yo creo que el volver inevitablemente te hará recordar lo bueno del otro lugar, aunque pongas una balanza y aquí estés mil veces mejor, siempre habrá cosas a mejorar en todos lados. Lo más importante es ser feliz aquí, allí o donde sea.
    Besos

    ResponderEliminar