Cambiar la hora, cambiar de país

Se suponía que este finde nos regalaba una hora más de sueño. 
Enhorabuena a aquellos que la han disfrutado, si ahora la mayoría de los electrodomésticos no se autosugestionasen el cambio, yo podría haber ido, en mitad de la noche, cambiando la hora manualmente de todos los relojes de casa. 
Tengo el sueño ligero, de los cinco magníficos (nuestra casa siempre es la de nuestros amigos), fui la única que escuchó y se levantó a mirar por la ventana la haka que organizaron unos que iban o venían de fiesta.

Photo by Tristan Colangelo on Unsplash

Si me coincide algún partido del Seis Naciones, a mi también me alucina ver a los All Blacks ejecutando el tradicional baile guerrero maori, pero que unos jóvenes me conviertan en la Vieja'l visillo... Eso ya me gusta menos. 
Claro está, esto es algo que sólo me podía pasar si cambiábamos de país.



- Para ser Vieja'l visillo (bueno, no tan vieja) lo primero que hay que tener son cortinas, y eso es mucho más sencillo una vez atravesado los Pirineos. Cuando vuelves y hay cortinas, estores y persianas es una locura... Tan habituados estábamos a estar sin ellas, que yo no logro dormir con la oscuridad de unas buenas persianas bajadas, me iré acostumbrado, imagino. Ahora, después de todo lo que me quejé por su ausencia en las tierras vikingas, podría prescindir de ellas... Gracias ley de Murphy, karma o lo que quieras que seas, por empujarnos a estas contradicciones vitales. 

- Una haka silenciosa no puede hacerse, yo lo entiendo. Una haka en el escenario de un teatro como agradecimiento a un premio recibido, sí. Un haka en mitad de la noche, sin tener idea, careciendo de motivo, mientras se supone que la gente duerme, no debería hacerse. Acostumbrada al silencio vikingo entre bosques y lagos e incluso durante nuestras últimas semanas living la vida en la city, cuando vuelves... a-lu-ci-nas-. ¡Madre del amor hermoso, qué alto hablamos en España! Los que sufran de migrañas entenderán esto: nos hemos pasado semanas por la calle, cada vez que entrábamos en lugar público, flipando con el sonido amplificado de todas las conversaciones; en todos los sitios, salvo en el silencio sepulcral de las bibliotecas, en España ni las moscas hacen ruido, todo lo contrario a lo que ya me había acostumbrado.

Photo by Jason Rosewell on Unsplash
Pero el cambio de horarios y nuestro regreso, también tiene cosas buenas. Bueno es que en realidad, de momento todo es bueno...

- Los días serán más cortos, es lo que tiene el otoño y el invierno pero nada será comparable con aquellos largos y oscuros días. Así que no me quejaré de la falta de luz, y si algún día se me pasa por la cabeza hacerlo, me acordaré de los que viven en la oscuridad y me coseré los labios antes de pronunciar palabra y me atare las manos antes de escribir algo semejante a una queja.   

- ¿Y la satisfacción que da que los problemas para reservar mesa hayan casi desaparecido porque nadie quiere comer a la 1 ni cenar a las 8:30? Que sigue siendo tarde, tardisimo para los llamados horarios europeos (digo esto, porque de momento ¿España sigue siendo Europa, no?), pero oye para aumentar las posibilidades de reserva gracias a nuestro horario descompasado, ¡qué bien nos ha venido!. Aunque al final, seguro que en poco tiempo, acabaremos comiendo a las 3 y cenando a las 10. (Lo de los horarios de televisión ya ni lo comento, mejor doy gracias a la tele inteligente que nos salva de parecer parte del casting The Walking Dead).

Photo by Alex Jones on Unsplash

Y mientras el reloj avanza, el veroño ha casi llegado a noviembre, y yo que tanto me quejé del no verano danés tengo unas ganas locas de sacar mis jerseys y mis abrigos (¡menudo armario de invierno me he hecho durante los años vikingos!), echo de menos el efecto lifting de las temperaturas danesas (aunque si esto de verdad puede ser Siberia, imagino que pronto lo dejare de echar de menos), en las calles ya están los puestos de castañas. y al Corte Inglés sólo le falta dar al interruptor para encender la Navidad. 

Por lo demás, por el momento, todo bien.

3 comentarios

  1. Bienvenida de nuevo!
    ¿Estás en Vitoria? Lo digo por lo de Siberia jejejej
    Besos

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    1. Si!! nos hemos venido a Gasteiz, no hemos podido disfrutar de "Siberia", de momento sólo de Vitoria;)
      Besines

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  2. ¡Hola, Vero!
    Debo decirte que ha sido un auténtico placer regresar a este rinconcito lleno de magia después de un tiempo y encontrar un post así. Me alegro de que estés de vuelta en España. Costará acostumbrarse, sobre todo teniendo en cuenta lo diferente que es a Dinamarca, pero seguro que disfrutas de muchas cosas que echabas de menos. Y viceversa, también habrá costumbres danesas que quisieras que se implantaran aquí. Pero bueno, en todo caso me parece que el hecho de poder viajar y comparar hábitos entre países aporta una gran riqueza a nivel personal.

    Solamente he estado una semana de intercambio en Dinamarca, pero me bastó para darme cuenta de la gran diferencia con España en todo: carácter de la población, clima, horarios, costumbres, fiestas... Gracias por transportarme y hacerme reflexionar siempre con tus palabras.

    ¡Un fuerte abrazo!

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