29 de febrero

Hola, hay alguien ahí?

Aprovecho que este año nos regala un día extra para despedirme de febrero y aparecer de nuevo por aquí, aunque sea después de 18 días de silencio, con desconexión incluida de redes sociales (también de mi preferida). Y vuelvo como si tal cosa, con bastante poca vergüenza que diría mi abuela, porque ella si pudiese me repetiría que uno no puede irse de los sitios sin antes despedirse, y menos aún, volver y hacer como si nada hubiese ocurrido.



Si decides continuar leyendo, te hablaré de esos días de silencio, de miedos, de desconexión,  de paraísos y de buena compañía.


Dice la RAE que el miedo es "la angustia por un riesgo o daño real o imaginario; el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea". Yo soy miedosa, siempre lo he sido, he tenido todo tipo de fobias aunque por suerte algunas ya están controladas y superadas gracias al paso de los años y a estados de necesidad que te ponen en esas situaciones donde acabas despidiéndote de tu adiós cobarde y le das la bienvenida a una valentía que no sabes donde ha estado escondida. 
He tenido miedo a la oscuridad, a quedarme encerrada en un ascensor o peor aun que esté se desplomase, a que intentasen entrar en casa cuando estaba sola, a las calles desiertas... Ahora me da miedo la distancia - no estar allí cuando te puedan necesitar, perderte el día a día de los que más quieres-, la enfermedad -antes había un hipocondriaco en casa y ahora somos dos, menos mal que tengo médico al otro lado del teléfono para tranquilizarme, esto hasta que se canse de mi y me bloquee- y mantengo ese miedo al momento despegue en los aviones (del que ya te había hablado aquí) y al que para mi desgracia, además ahora, puedo sumarle el horror al momento aterrizaje después de tener que oír en el último vuelo eso de "sintiéndolo mucho, debemos reintentar el aterrizaje" y ver que a escasos metros del suelo el avión vuelve a tomar rumbo hacia las nubes, que ya sé que se dice que "de Madrid al cielo" pero ya te digo yo que tras un aterrizaje abortado y 25 minutos sobrevolando la ciudad esperando pista para aterrizar, lo único que quieres es pisar el suelo y casi casi arrodillarte para besarlo.   

Foto de Misheta via flirck.com

Desconexión es "la acción y efecto de desconectar", y yo lo he intentado durante este mes,  y en parte lo he logrado a base de disfrutar un poco más de mi mundo interior, ahí encerrada por momentos en mi burbuja he podido pensar y poner orden (y todo sin ayuda de la Kondo!!).
Tampoco me atrevo a decir que haya sido del todo voluntaria esta desconexión, me temo que mucho han tenido que ver algunos miedos irracionales o la influencia de los largos y oscuros días de invierno de estas latitudes que tan mal llevo, pero bienvenida sea esa vocecita que delicadamente me susurro "paráte, que estás de un mustio que no te reconocería ni tu madre".
Creo que me detuve justo a tiempo, desconecté, me centré un poco en mi, y aunque no he conseguido aún poner en marcha muchos de los cambios que sé que necesito, debo admitir que parar, respirar y reflexionar, ha sido un gran ejercicio de autoexigencia para alguien como yo, que acostumbra a estar siempre más pendiente de las necesidades ajenas que de las propias.
Además, no hay mal que por bien no venga, estos días me han servido para sorprenderme gratamente al comprobar que la desconexión de las redes sociales me ha resultado mucho más fácil de lo que pensaba a priori, así que imagino que para alegría y alboroto de mi cordura mental aún no había llegado a ese punto de dependencia del que a veces siento hablar y que me parece una "dictadura voluntaria" de nuestro tiempo.
Así que, en base a mi experiencia,  si alguna vez has pensado en desconectar, meterte en tu burbuja a pensar en tus cosas, no lo dudes, no sucede nada tan importante que no pueda ser pospuesto unos días, y si sucediese, seguramente acabarías enterándote.



Si hay un lugar en el mundo donde todo sigue siendo mejor ese es mi paraíso astur, allí he estado unos días (siempre menos de los que me gustaría), ha sido una visita breve pero intensa con un objetivo principal bien definido: poder acompañar y estar presente en algunos de los preparativos del acontecimiento familiar del año, del que ya te contaré más sí consigo el permiso de los protagonistas. 
Ha habido poco tiempo para nada más importante que estar para lo que ELLA necesitase, se han quedado pendientes cafés, comidas y cenas con amigos pero, por primera vez,  fui capaz de establecer un orden prioritario que resultaba del todo necesario si quería volver pensando que el viaje había merecido la pena.
Además, aunque el viaje se hace eterno y dependes de amigos que te dan cobijo en su casa cuando llegas a Madrid a horas intempestivas, cada vez tengo más claro que me encanta hacer el ultimo tramo del viaje en tren, atravesar la cordillera (un espectáculo cuando además coincide con la gran nevada del año) y salir de la estación y plantarte en la puerta con toda la calle Uría delante de ti, que ya sé que todo esto puede sonar algo ñoño pero quien eche de menos tanto como yo su propio paraíso, sabrá entenderme.



Para volver con las pilas recargadas, el día antes, con la maleta aún sin hacer y con citas médicas de por medio, recibí la visita de mis #cantábricasenoviedo, (abro este paréntesis para decir que ninguna de las tres entendimos el momento photocall a la entrada de un centro sanitario y aún así creo que nos quedamos con las ganas de la foto!!).
Ellas son, como ya he dicho alguna vez, un regalo del mundo 2.0, todas las risas, los abrazos y paseos que compartimos me recargan de energía, son mejor que LA lámpara y que cualquier medicina, marzo nos va a regalar una nueva gran aventura juntas y no veo la hora de que llegué.
Me gusta nuestra complicidad y sentir que tengo la suerte de estar en la mejor de las compañías.



Hasta el próximo año, febrero!!
Marzo por si no lo sabes, vas a ser un gran mes, cargado de felicidad!! (No es una amenaza, pero pobre de ti como intentes llevarme la contraria).


4 comentarios

  1. Ánimo, preciosa !!
    Aquí te esperamos, en nuestro paraíso particular.
    Yo seguiré regalándote fotos de vez en cuando, para que te sientas un poquito más cerca !

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    1. Qué ganas de volver!!! Yo es que no sé como explicarlo pero por muy a gusto que esté en cualquier otro sitio, nada es como nuestro paraíso.
      Besines desde Dinamarca

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  2. ¡Ostras! Otro post con el que me siento 100% identificada... Cambia Oviedo por Donosti y esa soy yo, con los miedos y las desconexiones y el mundo interior y... TODO. Muchas gracias por hacerme sentir un poco menos sola... ;)

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    1. Mil gracias a ti por seguir ahí!!
      Besines desde Dinamarca

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